Pensar en que tienen cuatro años (alguna todavía 3) y que han sido capaces de aprenderse una obra, saber en qué momento salir, dónde ir.... Es para quitarse el sombrero.
Además tenemos que pensar en lo que supone subirse a un escenario todo iluminado, en un salón de actos lleno hasta la bandera, donde todo el mundo les mira... Es para sentirse orgullosa.
Y así es cómo me siento una vez que llego a casa, después de haber pasado nervios, después de haber tenido días en los que les he exigido ( les hemos exigido) un montón, días en los que les haces repetir una y otra vez la misma escena, días en los que parece que aquello no va a salir bien. Y llega el momento de la actuación y te demuestran su valía, te demuestran lo que son capaces de hacer. Te demuestran que disfrutan con lo que hacen, que están deseando que llegue ese momento de subirse al escenario y hacer que te sientas bien con tu trabajo. Y esa noche no duermes bien, pero no duermes bien porque una y otra vez te vienen a la cabeza momentos, frases, actos espontáneos que te sacan una sonrisa. Y no duermes bien, pero te despiertas con una sensación de felicidad, que sólo los maestros podemos sentir.... ¡¡¡Gracias, chicos!!!
Y también quiero dar las gracias a Sagrario, que siempre está ahí, apoyándome y ayudándome en esta tarea. Gracias por tu gran colaboración.
Aunque intentaré conseguir fotos mejores, de momento un aperitivo con nuestros pequeños protagonistas. Están guapos, ¿eh?
Genial!!!! Gracias a vosotras por hacerlo tan, tan, tan bien con ellos. Podeis sentiros orgullosas. Nosotros como padres tambien lo estamos.
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